miércoles, 30 de septiembre de 2009
jueves, 26 de febrero de 2009
“The Smiths” cumplió sus primeros 25 años
El 20 de febrero de 1984 el grupo británico lanzó su primera placa, titulada homónimamente. Cinco años duró la formación, pero la agrupación pasó a categoría de culto y trascendió aún más.
Hace un cuarto de siglo, la banda formada por Steven Patrick Morrissey, Johnny Marr, Andy Rourke y Mike Joyce, lanzó al mercado su primer disco, “The Smiths”, álbum homónimo que los posicionó como una de las agrupaciones más respetadas e inspiradoras de la creación independiente. Formados en 1982, el grupo de Manchester duró sólo cinco años pero el legado mucho más. Cuatro discos de estudio, millones de fanáticos en el mundo y una eterna lección de creatividad, reflejada no sólo en las canciones sino también en el arte gráfico de sus álbumes. Primero fue Joe Dallesandro, el actor fetiche de Andy Warhol y símbolo sexual del underground, quien ocupó la carátula de la ópera prima del clan Morrissey-Marr. Le siguió Alain Delon y también Elvis Presley, Truman Capote, etcétera, etcétera. Entre los once temas, entregados el 20 de febrero de 1984, destacan himnos de los ochenta como “This charming man” y “Reel around the fountain”. No obstante, los siguientes trabajos dejaron también solemnes manifiestos de rebeldía, desamor y descontento sin la necesidad de optar por sonidos desenfadados. Esa misma es la premisa que tal vez los mantiene como referentes de la contracultura, la no dependencia de un estándar común para decir lo que hay que decir. Su líder, el asexuado Morrissey, vegetariano y -según se ha dicho alguna vez- célibe por opción, continúa siendo una especie de imagen misteriosamente educadora y ejemplificadora, lo que lo ha elevado a la categoría de ídolo. Eso, aunque a personajes como Marilyn Manson y de seguro a muchos más, no le guste.
Circle Jerks: Veteranos del punk rock que tocarán en Chile
Casi treinta años de carrera, siete álbumes de estudio y múltiples colaboraciones en compilados, documentales y hasta una cinta porno, acarrea la agrupación originaria de Hermosa Beach, que el cuatro de marzo se presentará en el Teatro Novedades.
Un anuncio en el sitio oficial del grupo y vistosos carteles pegados por el centro de la capital lo confirman: la legendaria e influyente banda Circle Jerks se presentará en escenario local este cuatro de marzo. Tomando en cuenta que la nutrida agenda musical, al parecer, hará pebre los bolsillos de los melomános, LaNación tiene un par de tickets para regalar. La agrupación hardcore punk, formada durante la última patita de los setenta, viene con dos de sus miembros fundadores, el guitarrista Greg Hetson, que milita en los también relevantes Bad Religion y Keith Morris, quien fuera el primer vocalista de otro imprescindible del género, Black Flag. Los californianos, que prometen reventar el Teatro Novedades y dar una lección musical a los amantes de los riffs acelerados, iniciarán en Santiago su primera gira sudamericana, que incluye fechas en Brasil y Argentina. Las entradas cuestan 14 mil pesos -y 16 mil el día del evento- y están a la venta a través del sistema feriaticket y Paris. También se pueden adquirir, sin recargo, en las tiendas Voz Propia Records, del Portal Lyon, y Mucky Rock, del Eurocentro. Si el precio resulta elevado, es -todavía- probable que en estos locales se pueda comprar alguno de los cien boletos que la organización anticipó en 10 mil. La cita en el Teatro Novedades parte a las 19:00 horas con los dueños de casa, Bbs Paranoicos y Subradical. Rupturas, coma diabético y pornografía punk Los orígenes de la banda se remontan a 1979, año en que Keith Morris, decide no ser más la voz de Black Flag y funda Circle Jerks junto al guitarrista Greg Hetson, el bajista Roger Rogerson y el baterista Lucky Lehrer. Al año siguiente, y bajo la firma del sello independiente Frontier Records, graban su primer álbum, Group Sex, un disco de 14 temas concentrados en 16 minutos de pura adrenalina adolescente, que quedó parcialmente registrado en el documental “The decline of western civilization”, material de culto y vitrina de la escena californiana de aquel momento, donde el cuarteto aparece con cuatro canciones en vivo. Durante los casi veinte año de carrera, estos veteranos exponentes del hardcore ha debido sortear con dos rupturas que los mantuvieron alejados durante un breve lapso de las canchas y con la enfermedad de su vocalista en 2000, que nuevamente los marginó por casi tres años. Lo señala el propio Morris en el sitio oficial del grupo, donde cuenta que un grave coma diabético se le manifestó en Oslo, luego de actuar en el Oya Fest junto a -la travestida pero ruda- banda Turbonegro y que lo mantuvo hospitalizado una semana. Luego de la recuperación, el desenfrenado Morris volvió tan prendido que el año pasado hasta se dio el lujo de participar en “Circa 82”, cinta pornográfica basada en la escena punk ochentena y donde los californianos también aportan musicalmente.
lunes, 12 de enero de 2009
Motown: el nido del sonido de color cumple 50 años
Casi doscientos temas a la cabeza de las listas de popularidad y la creación del “sonido Motown”, son sólo parte de los vestigios del primer sello exitoso propiedad de un afroamericano, integrado netamente por afromericanos, y que con el tiempo -y la fusión con otras compañías- abrió las puertas también para otros talentos.
En una reciente edición de la revista Billboard, Gordy -su creador- dijo ser “el mayor destinatario de ese éxito”. “Fue un disfrute distinto. Me divertía haciendo discos y negociando con la gente. Ahora puedo mirarlo de forma diferente: 'OK, lo hicimos. Realmente lo hicimos'", afirmó.
Con residencia actual en Nueva York y bajo el alero de Universal Music Group, Motown celebra el cincuentenario con lanzamientos como el "Motown: The Complete No. 1's", presentado en diciembre pasado, una colección de diez discos cuya portada homenajea a la sede original del sello musical en Detroit. Así mismo, su creador junto a Suzanne Desasee -quien ganó un Emmy tras producir un programa especial de la compañía- preparan un documental que se emitirá en septiembre, además de un musical de Broadway que tiene fecha de estreno para 2010.
Al cumplir un año de vida, Barry Gordy decidió cambiar el nombre de su compañía al de Motown, en honor a la posición de Detroit en la industria automovilística y al símil que subyacía entre ambos conceptos: la transformación de simples elementos en productos brillantes.
El primer tema lanzado por Motown que llegó a los primeros lugares en Estados Unidos fue “Please Mr. Postman”, de The Marvelettes en 1961, que más tarde tuvo una versión hecha por The Beatles.
Kiss: "keep it simple, stupid" (hazlo fácil, estúpido), según Gordy, fue la frase del éxito. El principio señalaba no complicarse, tal como lo hiciera él, transformando las composiciones de los artistas -que trabajaban escribiendo y componiendo sin parar- en sonidos accesibles para todos.
En 1972 abandonó la sede de Detroit para radicarse en California donde se mantuvo independiente hasta 1988, cuando fue adquirida por MCA y Boston Ventures, que tomó finalmente el control en 1991.
Durante su aniversario 25, Michael Jackson bailó y cantó “Billie Jean”, mostrando sus mejores pasos de baile, llamados “Moonwalk”.
Entre los temas más conocidos y que alcanzaron grandes puestos en los rankings mundiales, figuran éxitos como “We are the World”, “Say you, say me”, de Lionel Ritchie, así como temas de Jackson Five.
lunes, 15 de diciembre de 2008
"Pequeña Fortuna" (cuento de Olivia Mora)
Las tripas le sonaban tanto que la despertaron, la cabeza le pedía a gritos un analgésico y el hígado le suplicaba “¡no más!”. A pesar de esto, su corazón estaba tranquilo, tal vez más que nunca, pues con el tiempo ya se había acostumbrado a los violentos y celosos episodios como el de anoche, que a veces le hacían odiarlo tanto como para matarlo, pero que luego de unos segundos le hacían volver a morir de amor por él... era un jueves 25 de septiembre de 2006 y ya nada de eso le pasaba.
Con una leve sonrisa recordó que la noche anterior, a pesar de todo, había sido una de las más buenas, tanto que pasó a integrar la lista de esas que es mejor no contar por miedo a que algún día tus hijos –si es que llegas a tenerlos- puedan enterarse. Sin duda el olor no se iría en un buen tiempo de las paredes, de las cortinas de la sala, del tapiz de los sillones, de los cojines de las sillas, de las almohadas del dormitorio, del mantel de cocina.
A pesar de que el hambre la inquietaba, estaba a la vez tranquila porque sabía que en diez minutos más -que es lo que demora en caminar de su departamento, ubicado en el barrio más taquillero de la ciudad, hasta el cajero más cercano- tendría dinero otra vez en sus manos. Esos 150 mil pesos que papá y mamá le depositaban cada mes para poder vivir en aquella luminosa localidad, le vendrían como anillo al dedo.
Pensando en aquello, Anita se levantó como pudo, se puso algo de ropa, sus zapatillas favoritas -sin calcetines- y sólo reparó en acomodar un poco su cabello. Su enamorado ya se había ido hace rato, pero después que el resto de los invitados.
Llevaba en los bolsillos su tarjeta de crédito, las llaves de la casa, el encendedor prestado y un cigarrillo, el único que le quedaba. Bajó las escaleras, no saludó al vecino, pues él tampoco acostumbraba a saludarla. Salió del edificio, le sonrió al conserje y extrañamente feliz iba silbando una vieja melodía, extrañamente feliz, como premeditando que en un par de horas más los planes pensados antes de levantarse, cambiarían radicalmente sus ideas.
La calle se veía tranquila, como si la gente justo ese día hubiera decidido no salir. Al parecer, hasta las palomas se habían tomado el día libre pues, como nunca le fue imposible contar más de tres sobre la pileta de la pequeña plazoleta de, la también taquillera, esquina.
Si bien el hambre no pasaba inadvertida no hizo esfuerzos por apurar el paso, pues el día estaba tan extrañamente agradable que prefirió disfrutar su cigarrillo tranquilamente, caminando, mirando como nada pasaba... de todas formas, el hambre sería más tarde sólo un detalle insignificante. Como si hubiera hecho un cálculo perfecto, su llegada a destino coincidió con la última bocanada del barrilito nicotinoso. El cajero automático, solitario, la esperaba con la puerta semi abierta por lo que ni siquiera tuvo que pasar la tarjeta por la ranura.
Lanzó la colilla hacia la calle y -siempre lenta- entró a la cabina de paredes transparentes. Metió la mano a su bolsillo trasero para sacar la tarjeta de crédito y realizar la operación mensual cuando se dio cuenta de que alguien –lógicamente la última persona en utilizar el cajero- había olvidado retirar el dinero, así es que, sin retirarlo, miró hacia todos lados, se asomó por la puerta, buscó a algún guardia, pero nada de nada pasó.
No había guardia, no había más gente.
El fardo de billetes olvidados era el más grueso que Anita jamás había visto, no sabía que hacer. Seguía con hambre pero la curiosidad de saber de quien era tanta plata le hizo olvidarlo por un buen rato.
Lo primero que se le vino a la mente fueron aquellas historias que vio alguna vez en televisión de gente que se había encontrado dinero, pero que lo había devuelto, por lo que no le costó hacerse la idea de verse saliendo en el noticiero de la noche, como la heroína que le devolvió la suculenta suma dinero a sus distraídos e idiotas dueños. De hecho, en un momento se convenció de que sería muchísimo mejor salir en pantalla que gastar un montón de billetes en esas tonterías que le encantaban. Sin embargo, pasaban y pasaban los minutos y nadie aparecía.
De repente, y como si alguien la hubiese zamarreado, se paró de golpe y pensó en que tal vez el hambre, que a esa hora ya la estaba matando, la estaba haciendo también alucinar.
Hace dos horas que se había sentado bajo la mesita en donde la gente rellena los vales y sobres de depósitos. Hace dos horas que esperaba ahí, sólo por verle la cara a quien era capaz de olvidar su dinero en el cajero automático del barrio más taquillero del pueblo. Hace dos horas que se había mordido tanto las uñas que las tenía ya carcomidas por la impaciencia.
Anita se aburrió de aguardar. “He esperado tanto rato, he sido honrada durante dos horas... algo me merezco”, fue lo que pensó, y sin mirar a ningún lado, tomó el fardo de billetes nuevos y perfumados, que con mucha dificultad le alcanzaban en una sola mano (a pesar de que tenía los dedos muy largos), y se fue sin siquiera retirar el dinero de sus papis.
De vuelta a casa el camino se hizo mucho más corto. La alegre tranquilidad que la había llevado camino hacia esa mini fortuna, la traía de vuelta con una sensación más de ansiedad que de cualquier otra cosa. Ahora sí que se había olvidado de que tenía hambre, sólo quería entrar luego a su casa y contar el monto, consciente de que los olores de la noche anterior la estarían esperando, pero eso era lo que menos le preocupaba.
Ni miró al conserje, corrió por las escaleras, la llave de la puerta como nunca le acompañó y en un par de segundos ya estaba sentada sobre su cama guardando todo el tesoro en un estuche que en realidad conservaba para guardar sus maquillajes.
Igual como si hubiera pestañado, se encontró con un bolso pequeño lleno de cosas útiles subiendo a un bus con un cartel que decía “Chiloé”. No entendía bien por qué ese era el rumbo. Y a pesar de que estaba segura que allá estaría lloviendo, no llevaba nada de ropa la lluvia, ni para el frío, ni para la solitaria estadía... sólo una nota con un “te dejé cinco lucas, compra pan” -sobre la almohada de su compañero- le aseguraban la tranquilidad.
La deconstrucción del patrimonio (parte I)
En el centro de Concepción ya no queda ningún espacio dispuesto exclusivamente para la proyección de películas. Ni siquiera la -no tan- discreta pornografía logró evadir este destino, la extinción de las salas de cine tradicionales.
Pop corn, snacks, ticket, eran elementos desconocidos en estos lugares. Con suerte una confitería cercana era lo más cercano. Hoy, las megasalas -pertenecientes a grandes cadenas- no se conciben sin estos acompañamientos.
Retomando la desaparición de estos lugares, de ellos quedan vestigios en forma de recuerdo, una que otra fotografía y -quizás lo más subvalorado- el espacio físico, la construcción, la estructura, el rastro arquitectónico, la pista de una buena vida anterior.
De ser -en un principio- lugares de encuentro para la cultura, de a poco la novedad pasó a ser una forma de distracción, un buen panorama, luego sólo un vistazo a lo más pop hasta comenzar a decaer de la mano de los avances de la televisión, el videotape, el devedé, la internet y así hasta acotar las opciones.
Quienes fueran potenciales visitantes de las salas de cine, se olvidaron con el tiempo de su existencia, de la importancia de un buen sonido, de una mínima calidad en la imagen. De la butaca pasaron al living de la casa.
La oferta cinematográfica actual podría considerarse -según las exigencias del mercado- relativamente amplia en cuanto a la cantidad de películas. En la ciudad existen nueves sala de cine pertecientes a la cadena Cinemark, mas el bolsillo promedio no da para financiar lo que hoy puede considerarse como un lujo. A la fecha, ir al cine significa "derrochar" una buena parte del presupuesto.
Hoy, aquellas áreas que alguna vez hicieron del estreno de cintas eventos sociales, se han convertido en espacios "reubicados" o reconstruidos, al igual que la ciudad misma. No es que hayan sido literalmente desplazados de un lugar físico a otro como si una mano gigante pudiera hacerlo, sino dispuestos para otros fines. Otros, por tiempo abandonados, sufren el riesgo de correr la misma suerte de lugares directamente similares como los viejos teatros. De esta manera no queda otra solución de que intenten coexistir con construcciones alzadas en nombre de la modernidad.
Sin necesariamente ser -económica o propietariamente- el papel de alguna autoridad, que no pasen al olvido o se transformen en escombros, están al filo de hacerlo. Hace unos meses,
En Concepción, cines como el Rex, Ducal, Lido, Romano, Windsor, Luxe, Plaza, Astor, Regina y Cervantes pasaron a "mejor" vida para transformarse en lugares con fines distintos, para formar parte de un relato visual poco uniforme, de una composición arquitectónica heterogénea, insertándose en una ciudad sin mucha identidad propia. Cada una de estas salas fue construida según parámetros y tendencias del contexto temporal y social de la época, además del antojo de sus dueños, en algunos casos.
Así mismo, la ubicación de cada una tuvo un propósito. Situadas tal vez estratégicamente, atrajeron a tal o cual público.
Un fondo y contexto similares, aporte y vestigio de un relato enmarcado dentro de un espacio
histórico en particular. Lugares que fueron testigos del comportamiento y características de una sociedad que aún no sabe bien lo que quiere. Perfectamente podrían ser parte de un patrimonio ciudadano y cultural. Cómo se justifican aún hoy obligados a relacionarse con fachadas y muros totalmente diferentes, con edificaciones que no divulgan nada en particular. Eso es lo que se intenta descubrir a estas alturas, en que el emplazamiento se trata de nacer y renacer entre otras construcciones que se niegan a dejar de existir, a esta altura cuando la elevación -hablando de altura- es una especie concepción en Concepción.
De cine a discoteque, de cine a vega, de cine a templo evangélico, de cine a multitienda, de cine a centro comercial. Así es como suceden los ciclos en este tipo de espacios. El transeúnte desconoce muchas veces dónde está, como si se negara a creer que habita la misma historia, su propia historia.
blog cinedesdeelpatiotrasero.blogspot.com
martes, 23 de septiembre de 2008
Pinochet Boys lanzó libro autobiográfico
Vivieron entre los años 1984 y 1987. Considerada como la primera banda punk de Chile, aunque su sonido no lo diga tanto, los Pinochet Boys relatan su propia historia. A 20 años de su disolución, la mítica agrupación chilena, que jamás grabó un disco, lanzó -hace un par de semanas en el Centro Arte Alameda- un libro llamado simplemente "Pinochet Boys".
Conservando la misma formación original (Iván y Miguel Conejeros, Daniel Puente, y Sebastian levine) durante sus casi cuatro años de vida, el grupo se convirtió en un ícono de la contracultura de la época, gracias a la osadía revelada tanto al adoptar el nombre de la banda como al escribir sus canciones...
música del general, nadie puede parar de bailar
hijo de pu-ta
...
escarvó en las caras,
él castiga en los dedos,
no le tengo miedo"
Pese a que Los Pinochet Boys nunca grabaron un disco, se encuentran en la red dos canciones, grabadas por Carlos Cabezas quien en ese tiempo les ofreció ser su manager a cambio de usar otro nombre, cosa que jamás ocurrió.
Tiempo después -tras la disolución- y mientras Miguel Conejeros comenzó a trabajar con la banda Parkinson, Daniel Puente emprendió viaje a Europa, al igual que Iván Conejeros lo hizo más tarde. Sebastián Levine, antes de marcharse a Nueva York, participó también en otros proyectos musicales.
Hace un par de años, Miguel Conejeros -en Barcelona- comenzó a desarrollar la idea del libro que, en un principio, intentó financiarse a través de un Fondart. El proyecto no fue aprobado por lo que se optó por hacer una realización independiente y a cargo de la misma gente vinculada a la banda.
El registro, disponible ya en librerías, reúne fotografías inéditas además de testimonios de artistas y músicos de la época. La edición editorial la realizó Iván Conejeros, el material fue recopilado por su hermano Miguel, mientras que de la dirección de arte y diagramación se encargó la mujer de este último, Ivonne Blanco. Cuenta además con testimonios de personajes como Jorge González y el pintor Hugo Cárdenas.
Fuentes:
www.musicapopular.cl
La Nación